¿POR QUÉ EL BOTE DE KÉTCHUP HEINZ ES COMO ES?

COMO UN CONDIMENTO DE MÁS DE 500 AÑOS DE HISTORIA, DISEÑÓ EL BOTE DE KÉTCHUP HEINZ

A partir de una salsa de pescado del siglo 17, el kétchup se convirtió en una medicina de patente, en un riesgo para la salud, y finalmente, en un fluido no Newtoniano. Así es como la historia del kétchup está reflejada en el diseño de la botella de Heinz.

¿Qué piensas cuando ves una botella de vidrio de kétchup Heinz? ¿Por qué el bote de kétchup Heinz es como es? Si eres como la mayoría de la gente, es probable que no le prestes mucha atención y pienses que sólo es un condimento para un perrito caliente, un puré de tomate agridulce para acompañar cualquier comida. De lo contrario, ¿Qué decir al respecto? Incluso objetos comunes y cotidianos han sido diseñados por profesionales del diseño industrial, y preguntas aparentemente sencillas sobre el diseño de algo tan anodino como una botella de salsa de tomate puede tener respuestas muy profundas.

Por lo tanto, ¿Cómo de profunda es la respuesta al diseño industrial de una botella de Kétchup Heinz? ¿Cuál es el significado que hay detrás de la etiqueta envuelta alrededor de la boca de la botella, «57 varieties», y por qué está ahí? ¿Por qué la botella es transparente, en lugar de opaca? ¿Y por qué la botella hace hincapié en que el contenido es de tomate kétchup, cuando todos sabemos que kétchup es sinónimo de salsa de tomate?

¿POR QUÉ TOMATO KETCHUP?

Aunque hoy día asociamos kétchup con salsa de tomate, este condimento ha existido durante cientos de años, incluso antes de que alguien soñara con meter tomate en una botella. De hecho la mayor parte de los condimentos que consideramos de procedencia/fabricación americana, no lo son, son asiáticos.

La historia de la salsa de tomate se remonta a principios del siglo XVI, cuando los colonos británicos residentes en Fuji probaron una salsa utilizada por los marineros chinos, llamada ke-TChUP. Existían numerosas recetas locales, pero la primera data del 544 d.C., “Tomar el intestino, el estómago y la vejiga del pez amarillo, del tiburón y del salmonete, y lavarlas bien. Mezclar con una cantidad moderada de sal y colocarlo todo en un frasco. Sellar herméticamente e incubar al sol. Estará listo en veinte días en verano, cincuenta días en la primavera o el otoño y un centenar de días en invierno”.

Con el tiempo los británicos descubrieron que la receta de ke-TChUP se había simplificado a un líquido acre, de color ámbar, hecho de anchoa fermentada en salazón. El kétchup original no era kétchup en realidad. Era salsa de pescado, mucho más parecida a las que hoy día se compran en cualquier supermercado asiático. Cuando los comerciantes británicos regresaron a Inglaterra, intentaron recrear la salsa que habían conocido años atrás en Fuji, añadiendo cerveza a la receta original. Con el tiempo las anchoas fueron reemplazadas por salsa de nogal y salsa de seta (el sabor es similar a la salsa Worcestershire)

De hecho, incluso mientras experimentaban con otras variedades, los ingleses disfrutaron de este peculiar “ketchup” durante 200 años, antes de que añadieran tomate a la receta. La resistencia a la salsa de tomate, puede ser atribuida, en gran medida, a la idea generalizada entre los europeos de que los tomates, que parecían casi idénticos a las bayas de belladona, eran venenosos. Por lo que fueron considerados como curiosidad ornamental para jardines, desde que Cortés los trajo de las Américas en el año 1500, y no estaban destinados a ser comidos.

A pesar de su estatus como fruta nativa, los estadounidenses heredaron la aversión de Europa a los tomates. Hubo, por supuesto, defensores de esta hortaliza. En 1820, el coronel Robert Gibbon Johnson de Salem, Nueva Jersey, que se hallaba de pie en las escaleras de la corte local, consumió una cesta entera de tomates para demostrar que no eran venenosos. Pero no fue hasta la década de 1830, cuando Estados Unidos consideró que se trataba de un alimento delicioso.

En 1834, un médico de Ohio llamado Dr. John Cook Bennett declaró que los tomates podrían utilizarse para tratar la diarrea, los ataques biliares, y la indigestión. Pronto Bennett estaba publicando recetas de salsa de tomate, que luego se concentraron en forma de píldora y se vendieron como medicamento patentado en todo el país.

Para 1876, los tomates se habían sometido a un cambio notable en el tribunal de la opinión pública. La salsa de tomate, debido a las enseñanzas de un charlatán influyente promulgada por el comercio de la medicina patente, se consideró como una especie de tónico, un condimento que en realidad era más saludable que la salsa de tomate normal.

En ese momento, sin embargo, nada podría estar más lejos de la verdad.

¿POR QUÉ LA BOTELLA ES TRANSPARENTE (PACKAGING)?

Asqueroso, descompueuesto y putrefacto. Éstas fueron las palabras que el escritor de libros de cocina, Pierre Blot, utilizó en 1866 para describir la calidad de los kétchups comerciales que se vendían en ese momento. La salsa de tomate era particularmente mala. De hecho, cuando se abrió una botella, el contenido podía matar literalmente.

Las razones por las que el kétchup era tan repugnante y potencialmente mortal eran variadas, pero todas tienen que ver con la temporada del tomate. Ésta dura desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, por lo que la salsa de tomate sólo podía hacerse fresca durante dos meses al año. A finales del siglo XIX, los americanos estaban acostumbrados a esperar alrededor de un año para tomar kétchup, sin embargo los beneficios anuales por la venta de este producto no se podían obtener en dos meses, así que las fábricas conservaron la pulpa de tomate para abastecer la demanda anual. No era mala estrategia, excepto por el hecho de que lo conservaron con poco cuidado por la mugre y falta de control de calidad que había en la industria de la comida envasada en aquella época. Barriles enteros de pulpa de tomate fueron almacenados tan mal que cuando se procedió a abrirlos, estaban llenos de moho, levadura, esporas y bacterias muertas.

En el siglo XIX el kétchup fue de mal en peor. Para conservarlo se usaron sustancias nocivas para la salud tales como el ácido bórico, formalina, ácido salicílico y ácido benzoico. Esto hizo que el kétchup tomará un color amarillento. Para devolverle el tono rojizo, se usaba alquitrán de hulla, el mismo material que empleaban para encender las calderas o para asfaltar las calles, y que en concentraciones superiores al 5%, es considerado cancerígeno de Nivel 1. Y lo que era peor aún, muchos kétchups fueron cocinados en tinas de cobre, que mezclado con la salsa de tomate, daba como resultado un brebaje venenoso para el consumidor. En 1896, se llevó a cabo un estudio para analizar los kétchups comercializados y se descubrió que el 90% de ellos, contenían ingredientes perjudiciales capaces de provocar la muerte.

Este era el lamentable estado del kétchup que había cuando Henry J. Heinz lanzó su primera botella de salsa de tomate, en 1876. Heinz era un visionario, moralmente fuerte que creyó que “el poder del corazón es mejor que la energía de un caballo”. Bajo su liderazgo, la HJ Heinz Company era la compañía más adelantada para su tiempo. La fábrica era un modelo de progresividad. Sus empleados poseían seguro de vida gratuito, seguro por muerte, servicios médicos y dentales y también el acceso a las cafeterías de las instalaciones, comedores, puestos médicos, piscina, gimnasios y jardines en las terrazas. También se anima a los trabajadores a ser meticulosamente limpios.

En un momento en el que muchos trabajadores de la fábrica ni siquiera tenían agua corriente en casa, Heinz proporcionaba uniformes, servicio de lavandería gratuito, e incluso una manicura en casa para ayudar a mantener sus uñas impecables. De hecho, las fábricas de Heinz eran tales modelos de limpieza y felicidad, que cada año se permitía a 30.000 visitantes recorrer la fábrica.

Heinz demostraba así que no tenía nada que ocultar. No estaba obligado a mantener a sus trabajadores felices y sanos, sin embargo, en un momento en que a nadie más le importaba, estaba obsesionado con que la fabricación de sus productos fuera lo más pura posible. Era un principio que siempre le había guiado en sus negocios. De hecho, cuando comenzó su carrera vendiendo rábano picante, se negó a venderlo en las botellas opacas marrones comunes en el momento. En su lugar, utilizaba frascos transparentes, para que los compradores vieran la pureza del producto que ofrecía antes de que le dieran un solo centavo.

Heinz eludió durante casi dos décadas la receta para hacer su salsa de tomate tan pura como su rábano. No fue hasta 1904 que el jefe científico de alimentos de Heinz, GF Mason, fue capaz de encontrar una buena receta sin conservantes para la salsa de tomate. Antes de eso, Heinz utilizaba varios de los mismos conservantes que sus competidoras, incluso alquitrán de hulla para teñir de rojo la salsa de tomate. En 1906, pese a todo, comercializó cinco millones de botellas de kétchup.

Si había un principio que Henry J. Heinz valoraba más que cualquier otro, era la pureza y la transparencia. «Siempre es más seguro comprar los productos en un establecimiento que mantiene sus puertas abiertas» dijo Heinz. Cada botella transparente de “Heinz Tomato Ketchup” vendida no es por casualidad, “es una declaración de diseño: la pureza mediante la transparencia“.

<57 VARIETIES>

Cada botella de kétchup Heinz tiene una etiqueta en el cuello con la información de 57 varieties.

En realidad nunca ha sido cierto que este número hace referencia a la variedad de productos de Heinz. Éste se inspiró en un anuncio que vio en un tren para una empresa que hacía “21 variedades” de zapatos. Heinz combinó su número favorito, 5, con el de su esposa, 7, para presumir de la amplitud de los productos de su empresa. Pero para cuando puso esa etiqueta en sus botellas, la HJ Heinz Company ya tenía en el mercado más de 60 productos diferentes.

Por tanto la etiqueta de “57 varieties” puede resultar un diseño gráfico decorativo pero es puramente funcional. La salsa de tomate está considerada como “fluido no newtoniano”. Naturalmente es una salsa bastante delgada y acuosa debido a que la pulpa que le da consistencia se tamiza, por lo que los fabricantes tienen que añadir goma xantana para darle espesor. Este ingrediente tiene la problemática de ser lento, hay poner boca abajo la botella y aplicar “fuerza de conmoción” en la parte inferior para que salga el producto.

Pero ¿Qué ocurre con el producto que no recibe las vibraciones de esa fuerza se atora en la boca de la botella? ¿Recordáis el anuncio de la década de los 90 en la que salían una vaqueros golpeando la parte inferior de la botella a la par que cantaban “Heinz ketchup” a ritmo country? Y, ¿Sabéis por qué sujetaban la botella de aquella manera tan particular? Pues bien se debe a que cuando la salsa se agolpa en la embocadura de la botella, basta con colocar los dedos sobre la famosa etiqueta anteriormente mencionada y los principios de la física harán el resto. Mientras que el motivo de la etiqueta “57 varieties” puede parecer un capricho extravagante por parte del creador de la empresa, su posicionamiento es deliberado. Es un objetivo. Con solo tocar la etiqueta con dos dedos, se crean las condiciones óptimas de cambio de estado por temperatura, transformando el espesor en un líquido que fluye libremente.

ATEMPORAL

Hoy en día, la mayoría de las salsas de tomate se venden en botellas de compresión.

Incluso los competidores de Heinz han descubierto la manera de hacer salsas de tomate sin avergonzarse de venderlo en recipientes transparentes. Sin embargo, nada de eso importa, ya que la botella de Heinz no es sólo un recipiente para kétchup. Se trata de la historia de un acontecimiento, de una elección de física no newtoniana, se trata de los principios de un gran hombre que cree, más que en otra cosa, que el buen diseño es transparente.